Es aquella forma de expresión genuinamente procedente del acerbo cultural de los Estados Unidos de América y que ensalza los valores universales de la mentada nación.

Inicialmente aplicada a obras cinematográficas, las americanadas suelen mostrar conflictos que sólo acontecen a los habitantes de aquel país y cuyas formas de resolución exhiben extremos actos a los que se ven abocados debido a fuerzas superiores a su control.

Estos conflictos pueden cobrar la forma de soldados estadounidenses que, confinados en países lejanos del suyo donde injustificablemente son acogidos con odio visceral cuando intentan mostrar los errores de la mezquina corrupción o cultura locales, se ven presa de ataques viles a los que no pueden más que responder con la total erradicación de los aborígenes y sus formas de vida para mostrarles la luz de lo que es ser verdaderamente bueno y americano.

Mas la americanada cobra mayor vigor cuando sucede en terreno doméstico. El americano de la americanada siempre está expuesto a amenazas del más variado plumaje. Comunistas tratando de lavar su inocente cerebro, indios tratando de expulsar inocentes colonos de sus tierras ancestrales, narcotraficantes sudamericanos tratando de corromper la modélica e inocente juventud patria, organizaciones paramilitares infiltradas en los intestinos de su propio gobierno tratando de eliminar las libertades civiles de los inocentes, son algunos ejemplos.

La solución, infaliblemente, pasa por un éxtasis de violencia forzada. El americano nunca quiere ser violento, aunque nunca le queda más remedio.

Y sin embargo, con el paso de los años, el término americanada ha salido de su cascaron y se puede extender a formas de expresión que van más allá del cine. La música, la literatura, la televisión, el deporte, la gestualidad, el humor, toda la cultura universal, debiera aceptar como género la americanada. La americanada forma parte de la vida de todo el planeta, como las propias americanadas reflejan. Es por eso que en cualquier rincón del mundo dos personas pueden saludarse como verdaderos jugadores de baloncesto de Estados Unidos tras un día de éxitos, ya sea jugando al baloncesto o recolectando boñigas de vaca para abonar las plantas. No hay soldado en este planeta que no quiera ser como los soldados de Estados Unidos que aparecen las americanadas. Todos los presentadores quieren ser Oprah o King. Todos los cantantes quieren rapear. Sólo existe una nación que merezca la pena, todos lo sabemos.

Y es por ello que la americanada, que comenzó tímidamente en los bajos fondos de la cultura, ha acabado, por derecho propio, por ser la imagen de Estados Unidos. De sus valores. De sus sueños. De sus aspiraciones. Porque todo el mundo quiere ser americano. Porque todo el mundo ama las americanadas.

O no.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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