Imagínese que se compra una nevera y sólo enfría la mitad de lo que usted almacena. O que se compra un coche y cuando quiere ir a Chinchón le lleva a Badalona. O que pide unas bravas y la mitad del plato está crudo. Imagínese que utiliza un traductor automático de los que abundan en internet y la traducción es errónea. Ya, ya lo sé. No hace falta imaginarlo en este caso. No hay traductor automático que funcione bien.

Tal vez usted lo mire con ojos de novios y no quiera verle las imperfecciones, pero lo cierto es que los usuarios hacen la mitad del trabajo de los traductores. Comprendiendo sus errores, lo vemos como a un niño que comienza a hablar, y se le reinterpreta para llegar a hacerse una idea de lo que quiere decir en realidad y no lo que está diciendo. Pero oiga, pocas cosas funcionan peor en el mundo digital.

Y usted me dirá que han mejorado mucho. Y lo que les queda. Y usted me dirá es que son gratis. Amosanda, que diría Forges. ¿Quién quiere esa nevera, o ese coche o esas bravas aunque las den por la cara? Sí, ya lo sé, pa un roto siempre hay un descosío, pero luego así nos luce el pelo. Que siempre nos quedará el mejor eso que nada. Y es por eso que los Imperios Digitales están cosechando éxitos inigualables a la hora de retorcer y deformar los idiomas de todo el mundo y dejar al Ministerio de la Verdad de 1984 a la altura del betún.

Estas Estupideces Artificiales que son los traductores confunden palabras, términos, expresiones. Cortan, recortan y remiendan, cauterizan y enmiendan con total impunidad y sin el menor atisbo de vergüenza que les lleve a poner un cartelito que diga algo así como que se trata de una tecnología imperfecta, en proceso de desarrollo y que el éxito de las traducciones es más que limitado. Si tuvieran un poco de amor propio indicarían algo así como «Por favor, busque un traductor profesional porque este programa tiene un porcentaje de error cercano al 100 por cien».

Ejemplo. Me abro el Traductor de Google y meto en la caja «En un lugar de La Mancha» y me lo traduce al inglés como «In place of the spot». No es para reírse. No reconoce que La Mancha, con mayúsculas, es una región y no un manchurrón (spot puede ser una mancha, una suciedad, pero también puede significa lugar), así que viene a traducir como «en lugar de la mancha». La machada denota que el Traductor de Google se pasa por el forro la ortografía del castellano y no le importa saber que La Mancha, con sus hermosas mayúsculas en medio de una frase, se trata de un nombre propio. ¿Pá qué vas a incorporar la ortografía o gramática al programa? Lo haría más lento y lo que importa es que el chorizo salga rápido, no sabroso.

Todo eso sin contar el menosprecio por la geografía o la literatura que demuestra. Pero no por cualquier geografía o literatura. En este caso por la española. Sí que sabe distinguir entre nevada y Nevada (la provincia de los USA) y entre Hamlet como título de obra y como definición de aldea. Cualquiera dado a conspiraciones podría llegar a pensar que se favorece el sesgo cultural de una identidad nacional en concreto. A fin de cuentas Google es una compañía estadounidense, lo que le permite campar a sus anchas por medio mundo y salir totalmente indemne de tropelías como ésta y mucho más perversas.

Si la honestidad fuera uno de los ejes de desarrollo de los traductores automáticos al menos debiera dejar La Mancha como estaba, sin traducir, pero parece ser que también la han ignorado. Además no considera que el demostrativo «un» deba ser traducido, así que a la torera te cambian En un lugar, por In place of, que viene a ser En lugar de. Sí, Google y su traductor ya han dado por sentado que usted es un zote y no sabe escribir en lugar de. Horrendo.

Pero si quiere darle una vuelta más a la tuerca vea, vea. Me copio su traducción de In place of the spot y la pongo en la caja del inglés y le doy a traducir al castellano y tantatachaaaán …. me sale esto: En lugar del lugar. Maravilloso. Es en ese momento cuando uno comienza a pensar que la Inquisición no era tan mala idea y me vienen a la mente imágenes de los huesos de Cervantes retorciéndose donde quiera que estén descansando. Y si vuelvo a hacer la misma jugarreta de traducir de nuevo lo traducido, me traduce En lugar del lugar por Instead of the place, que es cuando ya por fin se queda a gusto.

Así que vea el derroche de ignorancia y negligencia, especule sobre el nivel de malevolencia y no menosprecie el alcance de su poder de corrosión. Millones de personas usan los traductores automáticos todos los días y, al modo más orwelliano posible, comienzan a pensar que la paz es la guerra, el amor es el odio y que necesitan sus dos minutos diarios de odio. A fin de cuentas hoy en día cualquiera que tenga un móvil puede llegar a creerse sabio sin saber lo que significa estulto. El Gran Hermano nos traduce.

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